Hace poco publiqué un video en el que reflexionaba acerca de cómo a lo largo de nuestra vida nos ponemos en riesgo, como al tomar ciertas decisiones sin pensar bien en las consecuencias, terminamos siendo victimas de nosotros mismos. Tal vez no estés de acuerdo con mi punto de vista, pero si reflexionas un poco te podrás dar cuenta que hay sentido en lo que digo.

Lleguemos al fondo de todo esto: acaso no has terminado atrapado en un ciclo de sufrimiento en el que te preguntas por qué te ocurre toda esa situación?. O en tus momentos más difíciles no te has concentrado en la tarea de demostrar la culpa de los demás en todo que te ha pasado y te sientes una víctima de las acciones de terceros?.

Cuántas veces te has preguntado por qué si haces todo bien, todo sale mal?. Cuántas veces negociaste tu dignidad o tu bienestar en función de mantener a alguien a tu lado?, cuántas veces te olvidaste de poner límites y de hacer cosas que no querías solo por encajar o hacer que otros te quisieran o te aceptaran?, cuántas veces te hiciste invisible o te callaste para no molestar?, cuántas veces pusiste a otros como prioridad y te anulaste?

Si te dedicas a ver la situación desde fuera, de manera objetiva, te darás cuenta que todo comenzó con una acción, con una decisión y esa decisión fue la TUYA!. Y con esta reflexión no quiero que vayas en contra de ti mismo, por el contrario, quiero que veas el potencial que hay aquí, en primer lugar: si miras al pasado y tratas de definir a quién eras, probablemente te des cuenta que quién eres ahora es mucho más maduro, evolucionado y experimentado que antes.

En segundo lugar: es posible que ya no quieras repetir esas decisiones que te metieron en circunstancias desagradables de las cuales saliste lastimado e incluso llegaste a pensar que no lo superarías, pero que lo lograste. Saliste de eso con tus heridas de guerra, pero saliste y por eso insisto en que somos sobrevivientes a nuestro Yo del pasado.

Y quiero cerrar este tema concientizando acerca de que son nuestras decisiones las que no llevan a la gloria o al infierno y ese es nuestro poder, que cada vez que elegimos podemos hacerlo en pro de nuestro bienestar, que es nuestra prioridad, entender que la mejor decisión que puedo tomar es la que me trae paz y me lleva hacia el camino del amor por mi mismo y que nada ni nadie puede hacerme cambiar de opinión al menos que yo lo permita.

Cathe Suárez